Hoy me tiraron una patada disque karateca a la pierna. Punto. Está de más decir que le atinaron. El asunto es que me aguanté y no se la devolví, como que no se vería muy bonito registrado el incidente en mi currículum. Total, me guardé el coraje haciendo de tripas corazón y quedando como un pelelito pateado y mugroso más. Claro está, jurando que lo que saldría afectado en un futuro cercano sería el currículum del susodicho agresor cuando le metiera adentro una lollipop explosiva y con eso le borrara todo su historial médico, crediticio y de cualquier otra índole. Así de mamón, patético e infantiloide soy, como no. Descubrí que mi poco interés en la escuela (huevonería es una palabra muy fea) no está mas que propiciando, junto con todo lo demás, que mi vidita mía de mí se vaya por el desagüe de la amargura mamona nihilista y edulcorada. Desde hace tres días mi presupuesto diario oscila entre los siete fabulosos pesos y la total nulidad neta y absoluta. ¿Pleonasmos? Pues si. Así de pleonasmica y redundante es esta vidita mía. Luego sigo escribiendo. Necesito un buen cigarro para ir a gusto a guacarear al baño.
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