De cómo mis dientes de leche me perforaron la lengua (I)


“Es que no mames Héctor, yo sé que puede que muchas de nosotras las mujeres hayamos tenido la culpa, no sé que es lo que te hayamos echo, pero desde que te conozco tienes el corazón roto” Eso me lo dijeron hace algunos años ya, cuando yo aún estaba estudiando el tercer año de preparatoria y cumplía apenas con la mayoría de edad. ¿Qué demonios era lo que me habían hecho las mujeres? A decir verdad, no lo sabía demasiado bien. De echo no tenía ni una maldita idea en la cabeza acerca de eso.
No me había pasado nada extraordinario durante mi niñez, ninguna experiencia castrante en especial además de las clásicas desgracias personales que vive cada muchachito, cada infante que cursa primaria, secundaria, prepa... kinder. Ya saben, en el kinder se te ocurre mencionarle a tu madre que tu compañerita Juana Carlota está bonita y para pronto, al día siguiente, saliendo del kinder, con tu mandilito rojo a cuadros y justo después de haberte comido las fresas con crema que no te gustan y te obligaron a engullir, se le ocurre a tu madre tomarte de la mano muy risueña y encontrarse con la mamá de Juana Carlota.
-Señora ¿Cómo está? ¿Cómo le ha ido?- se escucha una voz en las alturas (más o menos a un metro sesenta centímetros sobre el nivel del suelo) y luego Hectorcito vuelve a escuchar, otra voz de allá, arriba.
-Bien Chela, ¿Y a usted?- Hectorcito baja al vista encandilado por el sol y se encuentra con la mirada de Juana Carlotita, escrutándolo, mirándolo inquisidora e inocentemente mientras chupa una paletita de la rosa. Una lolita de cinco años de edad. Apenado, él baja la vista y se distrae mirando los dulces, pastillitas y mocos que se ven pegados dentro de la bolsita de su delantal.
-Pues bien también. Oiga, ¿sabe lo que me dijo ayer Hectorcito?- (Por supuesto a Hectorcito le cagaba que le llamaran... Hectorcito, y más aún que fuera frente a su futura señora... Juana Carlotita.) –Pues me dijo que quería que Carlotita fuera su novia.
Risas risas risas. Por todos lados: retumbaban desde las alturas y se arremolinaban todas en la cabeza del niño.
-¿Usted cree? ¿Se los imagina de noviecitos? ¡Ja ja ja ja ja!
Hectorcito se sentía muy macho a sus cuatro añitos de edad, el muy pendejo, y que ambas señoras se rieran de sus nobles intenciones de ponerle casa, auto y perrito que le ladrara a Carlotita casi casi le dio diarrea. Cuando él levantó la cara Juana Carlotita estaba... sorprendida. O no sabía que era eso de los noviecitos o de plano dudaba profundamente que Hectorcito fuera “su hombre”. Nada del otro mundo. Creo que todas las madres hacen eso, ¿O no?

CC">

Comentarios

Entradas populares