Vuelos

Es increíble lo lejana que se puede ver la cima de un edificio en la noche. No se de que tipo de edificio estoy hablando, no se cuantos pisos tiene, no recuerdo nada de su estructura que pudiera ayudarme a describir mejor sus formas y su carácter, lo que este transmitía, no hay mucho que pueda decir. Simplemente parecía alto. Muy alto, y oscuro. La noche no se integraba a el, pero no había la necesidad; el edificio se integraba a la noche, y ahí estaba yo, con el cuello estirado y la mirada hacia el cielo, hacia donde alcanzaba a ver que el ultimo piso llegaba a su limite con la oscuridad acuosa y unas cuantas estrellas. Los pies bien plantados en los adoquines del suelo, del nivel de la calle, todo lo contrario a los tuyos que estaban cientos de metros mas arriba como sostenidos por hilos que pendían invisibles de otro techo que podría ser lo visible de la noche. Y tu crucificada y estática en el aire, pareciendo que nunca caerías. Mi único pensamiento: ojalá y se rompiera el hocico cuando caiga. No es que te odiara, niña, pero después de tanto, yo ye lo había pensado; después de tanto andar volando por ahí, lejos de la gente, lejos de mi, fingiendo que de verdad tenía una conexión contigo y que tu corazón era el nudo en donde confluíamos para que sin ninguna angustia tu siguieras siendo el papalote que siempre has querido ser, después de todo ese tiempo me di cuenta de que nudos no había, sino que simplemente decidiste hacerme creer que estábamos conectados de alguna manera. Que chingón ha de sentirse eso de volar para donde uno quiera, pero no perder el rumbo simplemente porque hay un imbécil al que te gusta hacerle creer que va ligado a tu vida, cientos y cientos de metros mas abajo, separados. Pero no, resulta que entre tu y yo solamente está el vacío. Si, ¿cómo no me di cuenta desde antes si el concepto era en realidad ese: separados? Por eso, no es que te odie, simplemente me gustaría que te reventaras el hocico.