¿y el maguito de los sueños? (titulo provisional...)
Me encontré con varios dientes surtidos tirados en el suelo. Los había escupido durante la noche, y reposaban allí, como grumos blancoides, junto con un montón de sangre que no se coagulaba bien entre la saliva que había escupido con ellos, e hilitos verde oscuro, amarillo pus y de un negro que parecía ser lo mas grave de todo. Me pasaba de vez en cuando, despertar de un sueño y ver que parte de lo que recordaba de aquella secuencia onírica había sucedido o sido dramatizado de alguna forma en la realidad de mi cuerpo revolviéndose en las sabanas durante las noches. No es que fuera tan común, pero el terror de reencontrar las pesadillas habituales hechas un amasijo en el suelo frío y brilloso aumentaba de manera pausada y callada, como la ansiedad de estar mirando que nada cambia, que inevitablemente ese engrane aparece cada noche mas cerca y terminará aplastándote el cerebro como quien pisa una uva. Esta mañana, todo consecuencia de un sueño en el que se me pudrían todos los dientes sin ninguna razón. Tenía la boca llena de piezas dentales molidas, y no podía dejar de automasticarlas y destruirlas, con la falsa esperanza de que no fueran las premolares, desmoronándose, hasta que la boca se me llenó de saliva y la desesperación por comprobar lo que ya sabía me hizo correr hacia el baño de los hombres. Pasé a tu lado, y tu me observaste, preguntándote solo por una milésima de segundo en qué me habría pasado para que fuera con esa pose encorvada, y tapándome la boca a través del lugar.
Llegué al baño y vomité los dientes.
Me sentí tan triste.
¿Cómo podría besarte teniendo solamente restos de dentadura en las cavidades de las encías?
Ahí, sentado en mi cama, miré al suelo y odie profundamente mis sueños.
Por otro lado, recordé que hace tiempo ya que no te tengo, lo cual me dio la suficiente calma para ponerme a recoger los dientes que mas o menos estaban reconocibles.
Una bolsita cerrada, hermética en mi cajón, reposa junto con el dedo meñique que me arrancaste en el sueño del martes pasado, tres jirones de piel de mis costados de hace 12 días y un pedazo de tus labios que no tengo idea de donde salió. Tengo que ir a verte un día de estos, a ver si estas bien. O completa. Y preguntarte si frecuentas a alguien mas durante los sueños.
Me encontré con varios dientes surtidos tirados en el suelo. Los había escupido durante la noche, y reposaban allí, como grumos blancoides, junto con un montón de sangre que no se coagulaba bien entre la saliva que había escupido con ellos, e hilitos verde oscuro, amarillo pus y de un negro que parecía ser lo mas grave de todo. Me pasaba de vez en cuando, despertar de un sueño y ver que parte de lo que recordaba de aquella secuencia onírica había sucedido o sido dramatizado de alguna forma en la realidad de mi cuerpo revolviéndose en las sabanas durante las noches. No es que fuera tan común, pero el terror de reencontrar las pesadillas habituales hechas un amasijo en el suelo frío y brilloso aumentaba de manera pausada y callada, como la ansiedad de estar mirando que nada cambia, que inevitablemente ese engrane aparece cada noche mas cerca y terminará aplastándote el cerebro como quien pisa una uva. Esta mañana, todo consecuencia de un sueño en el que se me pudrían todos los dientes sin ninguna razón. Tenía la boca llena de piezas dentales molidas, y no podía dejar de automasticarlas y destruirlas, con la falsa esperanza de que no fueran las premolares, desmoronándose, hasta que la boca se me llenó de saliva y la desesperación por comprobar lo que ya sabía me hizo correr hacia el baño de los hombres. Pasé a tu lado, y tu me observaste, preguntándote solo por una milésima de segundo en qué me habría pasado para que fuera con esa pose encorvada, y tapándome la boca a través del lugar.
Llegué al baño y vomité los dientes.
Me sentí tan triste.
¿Cómo podría besarte teniendo solamente restos de dentadura en las cavidades de las encías?
Ahí, sentado en mi cama, miré al suelo y odie profundamente mis sueños.
Por otro lado, recordé que hace tiempo ya que no te tengo, lo cual me dio la suficiente calma para ponerme a recoger los dientes que mas o menos estaban reconocibles.
Una bolsita cerrada, hermética en mi cajón, reposa junto con el dedo meñique que me arrancaste en el sueño del martes pasado, tres jirones de piel de mis costados de hace 12 días y un pedazo de tus labios que no tengo idea de donde salió. Tengo que ir a verte un día de estos, a ver si estas bien. O completa. Y preguntarte si frecuentas a alguien mas durante los sueños.
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