Cuacos.
El solía ser distraído. Normalmente iba caminando por ahí, en la calle como si nada, evadiendo el hecho de que había olvidado sus sentimientos en otro lugar geográfico. Los había dejado ahí guardados, porque, a pesar de todo, no era un imbecil. Bueno, no demasiado. El hecho de haberlos dejado en la guantera fue totalmente premeditado, a decir verdad. Muchas veces era también, paradójicamente, una persona cuidadosa, y es que ya le habían sucedido infinidad de cosas. Uno de las primeras veces que se dio cuenta de su deficiente atención (quizá causada por snifar tanta coca, oler los marcadores de aceite, disfrutar del olor de la gasolina, etc) ya había un montón de sangre embarrada en la pared de su cuarto de baño. Una pared desnuda, blanca, pequeña, como una ventana blanca y cuarteada sobre la cual estaba apoyado su puño derecho. Una de las piezas del vidrio que cubría el hueco donde debiera haber estado el botiquín medico, tras del espejo, cayó cortándole, además, el antebrazo. Creyó ver mas sangre de la debida, pensando que habría logrado su cometido: aplastar a ese músculo sanguinolento que solamente le chupaba la vida y matarlo de una vez por todas. La primera vez, falló, dándole de lleno a los dos vidrios de la ventana en su cuarto. Bajó a lavarse las manos, curarse, echarse thinner, limón sal y arrancarse pedazos de piel de los nudillos con los dientes, pero, al mirar en el espejo, lo vio ahí, húmedo, agitado, cansado, y creyó que sería la oportunidad perfecta para aplastarlo de una vez por todas.
La verdad es que lo hizo, pero esos bichos voladores son mucho mas resistentes de lo que parecen. Tenga usted cuidado con ellos. Reviven en cuanto se les cree muertos.
Creyó después de un tiempo poder sacarlo a la calle, domesticado al fin, pero cuando menos se o esperaba, escuchó la voz de un viejo
..:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" />
-oiga joven, no van… ya me ensució toda la banqueta.

El muchacho tenía un agujero entre las costillas del cual salía la sangre a borbotones, y ya lo iban persiguiendo unas moscas que querían anidar en la oquedad de su pecho. Con un montón de estopa y algo de alcohol ("Así cauterizará…") tapó el agujero. Encontró al maldito bicho parado entre el follaje de un árbol en el parque rojo. El bicho lo vio recoger un montón de guijarros filosos, y antes de que él pudiera hacer cualquier cosa, voló.

Y es que esos malditos animales, se sabe mucho de ellos, mas no lo importante.

¿Cómo demonios regresan al cuerpo cuando uno ya menos los quiere o cree que necesita?

"Para ahorrarse problemas, no les de sentimientos, así el animal se morirá de hambre" le dijeron una vez. Y bueno… el en realidad no quería matarlo, sino solo apendejarlo un rato. Así, de vez en cuando, le daba algo de comer. Solo de vez en cuando. Pero de repente, se olvidó de administrarle el alpiste al maldito engendro. Él, era tan cauteloso que el animal no e volvió a causar problemas en algún tiempo. Se confió. Y el animal, sin hacer ruido, comenzó a comer de nuevo. Y a comer. Y a picar. Y a tragar. Y a crecer. Y crecer.


Sigue sin darse cuenta. Solo de vez en cuando siente algo raro, por ahí, perdido en algún lugar de si mismo. El imbécil cree que es una costilla rota. Ahora, cada que sube a su auto, siente como si algo saliera de su cuerpo y esculcara en la guantera. De alguna manera, al bajar, siente que algo regresa, mas hinchado aún. Se ha descuidado… y cuando menos lo piense, encontrará que eso que esta en su pecho, no es suyo, que alguien mas se le vino a anidar dentro.

El problema con estos animalillos es que son difíciles de destruir. Existe una hipótesis, similar a la situación del fénix: Para realmente ser fuertes, son muertos al menos una vez. El estado consecuente no está claro debido a su naturaleza escurridiza. Tan pueden ser animales adaptados al medio como simples ánimas que no pueden ser muertas y que habitan en planos distintos de la realidad

Comentarios

Adrian dijo…
y eso cuando? ya fue o va a ser o qué? por cierto, aca tambien hayde esas...

Entradas populares