tengo un brazo izquierdo

Y Tlaxcala... ¿existe?


Atravieso cada día una pequeña odisea confortable, babosa, caliente y semi olorosa, en esta ciudad tan olvidada de si misma como el budista -o algún buda reciclado- en el estado mas zen posible, si es que hay niveles dentro de ello. No los hay, pero si los hubiera, repito, esta ciudad se ubicaría en el estado zen mas grave y preocupante. Y es que, quizá el estado zen, es Jalisco, aunque se que este no es el slogan oficial con el que se promociona (¿se promociona?) nuestro hermoso estado. Hablando de la entidad federativa, pues, no de la situación de nuestras almas. Recién soy un graduado ¿en que? en licenciadeces, la verdad es que da lo mismo, pero no hace ni una semana que he dejado el cómodo estatus de "Estudiante" para convertirme en un pasante de alguna cosa, ya que obviamente, mi tesis aún no está realizada y, si, pienso llevarla a cabo, aunque la voluntad que me hace falta para a partir de mi mismo -gran plataforma...- tomar la iniciativa, emprender, que le llaman, me falla bastante. Por otra parte, por fin estoy -¿pseudo, sub?- empleado en un lugar en el que llevo pseudo laborando desde hace ya algunos años. Creo que apenas estoy teniendo un leve acercamiento al ansioso y paranoico mundo laboral. Y no es que no me guste trabajar, simplemente me asquea la idea de ser un empleado, un trabajador una maquina de carne y huesitos que se dedica a realizar tareas iguales cada día que solo varían dependiendo del nivel de estupidez de los errores cometidos por los demás, o incluso por mi mismo. Así, sigo evadiéndome, y con el tiempo de las mañanas libres, me dedico a dormitar, escuchar música y, mayormente, mantener a punta de paliativos, muerto mi quehacer diario. Como sea, tengo que dirigirme cada día hacía uno de los edificios mas horrendos de la ciudad para pasar horas frente al monitor de la computadora, principalmente. Y no me quejo, es un buen trabajo. Prácticamente yo administro mi propio tiempo y mis propios esfuerzos, pero eso nada tiene que ver con ese aire soporífero que se respira por toda (Oxxolandia, toxinacotlan) Guadalajara, sea de día o de noche. Las fiestas están llenas de artys, posers, snobs y parias de todo tipo y estrato social. La diversidad abunda, aunque seamos siempre los mismos, al igual que la música, con ese aire repetitivo a lo "Over and over" que tanto disfrutamos. Quizá ninguna ciudad tanto como Guanatos sea capaz de realmente disfrutar el ritmo, y vamos, es cierto, es una ciudad bastante musical, arte esencial dentro de las necesidades de un buen snob. A esto hay que agradecerle que la ciudad, a partir de la repetición, sufre variaciones que la hacen parecer mas linda e ingeniosa de lo que en realidad es. Es indie (hablando del indie como proto genero musical) y muy lejos está de ser avant, a pesar de lo que a muchos pobres estupidos romanticoides les gusta pensar. El glam white trashie de segunda mano, con ropa comprada a 30 pesos la bolsa es lo que se exhibe en este giro al mostrador. Ecos estupidos del df llegan y se van, como de muchas otras ciudades de la republica. Algunos wannabes hablan de ecos de Chicago, Los angeles, Quebec, Barcelona, y alucinan que estamos viviendo en una ciudad cosmopolita cuando este afán internacionalista se basa simplemente en el ultimo playlist contenido en el ipod.

Los eventos musicales "de talla internacional" apenas hace poco mas de un año que empiezan a suceder con mas o menos cierta regularidad. Las fiestas por las noches no existen durante la ausencia de los emigrados que, durante cierto tiempo dejan estas tierras -no tan calurosas, no tan frías, no tan húmedas, no tan contaminadas, no tan provincianas- para regresar a sus lugares de origen. La ciudad tiene un ritmo, bastante claro, aunque no tan cuadrado, seco, áspero, como el mismísimo df y su aire, ni tampoco tan inexistente de ritmo como podría ser, digamos, el aire de Aguascalientes, a solo tres horas de este lugar.

Las fiestas no son tan duras, ni es tan fácil encontrar un lugar de sexo en vivo con enanos (as), pero, haciendo un poco de investigación casi superficial se puede conseguir cualquier droga -no solamente química- que se desee. Guadalajara se confunde entre la sutilidad y la mediocridad con una doble cara producto de la bipolaridad que creyó ser tan sana y productiva para la vida del artista, -del escritor, del músico, del locutor, del cineasta- hace algunos pocos años. El prozac y el diazepam han pasado totalmente de moda, puesto que en cierto momento la maniaco depresión llego a ser algo tan pop como la coca cola y esto de la masificación identificable de las enfermedades con las que cada quien se arma para defender sus individualidades francamente, despersonaliza. Y eso no es shaka.

Odio subirme a camiones. Prácticamente solo utilizo el tren ligero o camino. Eso hablando de transporte colectivo, ya que aproximadamente un 35 por ciento de mis trayectos son en auto, con todo el suplicio que esto implica. De cualquier forma, cada día subo al tren, mínimo una vez, y me encuentro con esa tan sobada cotidianidad aburrida a lo Coupland que ya ni vale la pena mencionarla. Pero tiene sus variantes...

Guadalajara es tan mocha que se protege con el método del ritmo. Pero como sea, se la pasa cogiendo, tanto que a veces hasta parece aburrido. Mientras yo me integro a esta sociedad, entre polvos, alcohol, fiesta, desvelos, chamba, deudas, responsabilidades y risotadas por la gracia que tengo de disfrutar del ridículo, sigo esperando que a Guadalajara le encuentren su perla, las acaricien y la estimulen para ver si por fin esto llega a algún orgasmo interesante.

... pero no. Lo mas probable es que, después de nueve -meses, ciclos, trimestres, sexenios- a lo mas que esta ciudad llegue es a la siempre difícil disyuntiva de parir un gran bastardo -o una colectividad de ellos- o abortarlo. Bendito Df, que puede ser violado a placer propio sin tener que preocuparse por la ilegalidad del legrado. O sus elevados costos.