Ojo de águila.

Ha sido un esplendido tiempo para la ridiculez. El festival Sonofilia se realizó trayendo el disque cartelote con Bjorkes, Ratatates, Johanssens, Vonstroques y Masterkfraftes incluidos que, desde mi muy particulerisimo punto de vista y ya viendo todo a agua pasada (a propósito, un saludo para nuestros hermanos de Tabasco a quienes la tamalito gritón islandesa de gran corazón donaría 10 de cada 1200 pesos que nosotros pagáramos con nuestro boleto del festival) puedo decir que nos dejamos llevar como quinceañera borracha y fogosita por el chambelán aprovechado del deslumbramiento propio de la festejada ante los estrobos morados, los flashazos quiebra retinas y el discurso emotivísimo de don Paco, el tio borrachín pero mas botudo de la familia. Ahí fuimos que "¿cuanto dijo que los vestiditos pa las sillas?". Pues que mil doscientos. "¿Con holancitos y todo?" Pos ei. Pero ni holancitos ni nada: pura silla encuerada de esa que cala frio en el muslo con sus orillotas de metal cromado.
He escuchado comentarios tan grossos como "es el evento de nuestra generación" o cualquier cantidad de comparaciones con festivales reales de cualquier continente y casi cualquier tiempo. La verdad es que de nuevo nos dieron espejitos. El Sonofilia no valía lo que costaba simplemente por la falta de respeto a un público que... bueno, si, es que mijo es pendejo pues, pero no por eso se ría uste de él. Vamos, que yo estoy lejos de tener un oido exquizito o absoluto, y aunque creo que podría reconocer las de una guitarra a oidas solamente si me entrenara en su aprendizaje (hay quien no puede), no pude escuchar muy claramente que sucedía por momentos sobre el escenario. Tanta parafernalia, tantas serpentinas, rayos láser, bailecito duranguense de Bjork, tanta tecnología marciana... ¿para qué? La experiencia pudo haber sido muchísimo mas grata con un poco mas de atención por parte de, para empezar, los ingenieros de sonido. Al final, si, importa el show, pero seamos disimulados... ¿y la música? Yo quería escuchar bien, como se debe... y nada.

El caníbal de la guerrero se ahorcó. Eso es noticia. Es mas, aunque no se hubiera ahorcado hubiera sido noticia, él, el Fabiruchis trespatines, el Dr. Muerte, Mario Favio Beltrones, algún grupero desbarrancado... a estas alturas hasta Amanda Miguel y Diego Verdaguer son noticia, porque noticia es chisme y viceversa, o eso parece.

Las personalidades mas perseguidas en la FIL: Diego Verdaguer (si, el multicitado Diego Verdaguer), Kate del Castillo y la esposa de José José. Como dije antes: me valen muy poco los escritorcillos o escritorzotes, cualquiera sea el caso, pero... es casi como si en un domingo cualquiera dentro de el expiatorio y oficiando misa la gente se pusiera a cantar canciones de Lagrimita y Costél. Poco falta para que suceda, de mi me acordaré...

Por último, perdieron los pumas. Por la ínfima diferencia de un portero a cero. Y como dice Trino, Cancún se cambiará el nombre a Atlantis.

Lo mas ridículo de todo esto es que nos preocupamos y hablamos de ello, cuando hoy, al levantarme y escuchar mientras cepillaba mis dientes el melódico grito del garrafonero pensé en que probablemente dentro de unos pocos años este no se escucharía más en la ciudad y que esta modernidad tan plural de la que gozamos desaparecerá junto con el petróleo, la sal, y todo lo que necesite de un transporte efectivo y rápido para alimentar al moustro que representamos cada ciudad existente en el globo terráqueo.

Será lindo ver el final de una civilización. O al menos el comienzo de este.

La verdad es que, a pesar de ser hincha de la UNAM, preferí ver episodios de Dr. House sobre el partido que definió al Atlante como campeón del fútbol mexicano.

Por fin admití también que no me haría mal tener pareja de nuevo.
Por aquello de que soy lindo y tierno y masajeador y chiqueador, pues.

Y la quinceañera ¿Cómo amaneció?

Yo, por eso, ni ensayo valses.