nocturno




es de noche ya y tras escuchar sonidos que no se si están solamente en mi cabeza o es música que viene del cielo, siento como todo el techo retumba, como mis ojos retumban, como las estrellas vibran y se curvan.
Es el temblor irrefrenable, ineludible que viene cada noche, que hace temblar, bailar y golpearse a las rodillas; que destruye los tejidos internos, que rasga la memoria, la conciencia, la culpa y la puerca cordura. La voz de mi madre suena como un gruñido que reconozco y que me recuerda que no hay que confiar en nadie




mataron a la hiena, que aún se seguía riendo.



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