Didáctula Cutíctica.
sobre todas las cosas existentes en este universo lo que mas odia ese niño se refiere a dos o tres momentos en los que su paciencia se ve reducida a un humilde comino y que aunque parecieran cosas nimias e insignificantes, han definido de forma tajante decisiones que a él le parecieron, en ese momento, angustiosamente importantes. Una de ellas le viene de una impresión infantil que terminó por enterrar después para siempre todo indicio de intención por respetar el sagrado oficio del magisterio. Esa maestra de segundo de primaria había robado los ojos de un basset hound para instalárselos a base de malas artes en su rostro moreno, encerado, indiferente ante todo aquel que no fuese el pusilánime director de la primaria o el par de agujas de tejer, que se columpiaban, subían y bajaban frenéticamente como uno de esos móviles de papel revueltos por el aire que se alcanzaba a colar a los cuartos de los niños de antes y que llevaba siempre entre sus manos. La vieja no era una bruja aunque de ella se afirmara tal cosa, en cambio, él sabía que podría ser curandera, o sería que simplemente la cara se le había hecho así porque dios no la quería, por que dios es kármico, vengativo, porque dios es justo.
La horrible maestra. Sus tobillos morenos y sucios asomándose a hurtadillas tras del escritorio.
Esos pies secos en partes y arrugados como la piel de un xoloitzcuintle. Esos bordes blancuzcos que marcaban el inicio del reinado de la sandalia plástica, el comienzo de una planta del pie sudorosa y pastosa por la acumulación de...
La mujer columpiaba su sandalia impasiblemente mientras una y otra vez, maquinalmente, encimaba borla sobre borla sobre borla, hasta que después de una semana, los algodoncitos de color verde aqua iban tomando la forma de un gorro pequeño que bien pudo haber sido para un niño pequeño o para un perro, pues quien sabe que costumbres insalubres tendría la mujer aquella, inmensamente amargada, que pasaba su tiempo libre tras de un escritorio laminado, ignorando a esos humanoides en pupitres.
Benditos maestros desinteresados. El niño los entiende, entiende su desinterés. ¿Quien querría ser maestro tras verse traicionado por personas que a sus cuarenta y tantos tenían mucha menos ética que un niño de siete? ¿Quien podría reponerse? Él no puede. No es la sandalia aforrándose a la uña para no caer al vacío. Es que... ¿quien querría ser esa sandalia, suspendida en el espacio y el tiempo, con el destino colgando de un destino aún más sucio?
Descanse en paz la maestra Marta, mal ejemplo para niños de muchas generaciones. Ha muerto tras años de luchar contra contra la diabetes que hacia cosas con sus pies de por si poco higiénicos. Descanse en paz pues, también, el niño que quiso alguna vez creer en los maestros y su poder para abrir mentes.
Hay niños que mueren a cada impresión.
La horrible maestra. Sus tobillos morenos y sucios asomándose a hurtadillas tras del escritorio.
Esos pies secos en partes y arrugados como la piel de un xoloitzcuintle. Esos bordes blancuzcos que marcaban el inicio del reinado de la sandalia plástica, el comienzo de una planta del pie sudorosa y pastosa por la acumulación de...
La mujer columpiaba su sandalia impasiblemente mientras una y otra vez, maquinalmente, encimaba borla sobre borla sobre borla, hasta que después de una semana, los algodoncitos de color verde aqua iban tomando la forma de un gorro pequeño que bien pudo haber sido para un niño pequeño o para un perro, pues quien sabe que costumbres insalubres tendría la mujer aquella, inmensamente amargada, que pasaba su tiempo libre tras de un escritorio laminado, ignorando a esos humanoides en pupitres.
Benditos maestros desinteresados. El niño los entiende, entiende su desinterés. ¿Quien querría ser maestro tras verse traicionado por personas que a sus cuarenta y tantos tenían mucha menos ética que un niño de siete? ¿Quien podría reponerse? Él no puede. No es la sandalia aforrándose a la uña para no caer al vacío. Es que... ¿quien querría ser esa sandalia, suspendida en el espacio y el tiempo, con el destino colgando de un destino aún más sucio?
Descanse en paz la maestra Marta, mal ejemplo para niños de muchas generaciones. Ha muerto tras años de luchar contra contra la diabetes que hacia cosas con sus pies de por si poco higiénicos. Descanse en paz pues, también, el niño que quiso alguna vez creer en los maestros y su poder para abrir mentes.
Hay niños que mueren a cada impresión.
Comentarios
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hablarme por qué medio, mr. esqueda?
descanse en paz la maestra marta.
el celular no me sirve de nada.
pues no te entiendo, hiena rabiosa.
y lo envido un poco x que algunos no tenemos la fortuna de saber si ya murieron, ni de desearles felices descansos.
res pon de