Esopo

Existió alguna vez, en una época fuera del tiempo de las monarquías y las democracias, un deseo intenso de la gente por encontrar un punto en común que seguir. Los humanos, a diferencia de ciertos escarabajos y muchísimos felinos, eran victimas del implacable instinto gregario consecuencia del mismo instinto de conservación, de sobrevivencia, que había hecho bien en mantenerse constante en su código genético al paso de los siglos. Los colores en la piel eran importantes en aquella época, pero solo para quien elegía que lo fueran. Lo mismo pasaba con el color de ojos, la forma en que el cabello colgaba patéticamente de sus cabezas, los signos que colgaban de sus cuellos o los sellos que diferenciaban sus irrelevantes diatribas virtuales de las de los otros. El humano entonces, nacía marcado con un irremediable destino: estaría solo y fuera de lugar en algún momento de su vida. Las reacciones de pánico nunca tardaban demasiado en llegar para quien se daba cuenta del propio aislamiento: hombres quisieron ser mujeres, mujeres quisieron ser fieles, los fieles quisieron ser pingüinos y los pingüinos no quisieron un carajo porque su cerebro solo les decía que tenían que sobrevivir y no reparar mucho en las consecuencias trascendentales de sus acciones. Algunos se volvieron violentos, irascibles, temerosos. Otros tantos se refugiaron en la contemplación de la ruina desde sus cómodos sillones, mientras fuera, tras esa puerta que da a la calle, la realidad, diluida y desmoronada, se veía menos atractiva que a través de la vieja tele Trinitron. Y lo mismo le pasó a los humanos.

Mierda. Mierda se hablaba, mierda se decía, mierda se escuchaba y mierda se veía rondando las avenidas. Mierda con trapos marcados y artilugios plásticos en las orejas, aparatos transductores que servían para retacar de mierda sus cráneos huecos que solo se sentían bien cuando se llenaban de… si, de mierda.

Sin embargo la gente era libre para escoger el sabor, la apariencia, la configuración y función de su porción de materia designada y conseguida con el sudor de su frente llena de mierda. Orgullo, status, signo y síntoma. El tener tal aparato teletransductófono conectado a tal otra cosa tenía que inevitablemente significar algo. La difícil decisión de algunos acerca de si les gustaba mas meterse cosas por donde debieran de salir otras cosas era toda una declaración de principios en vez de finales, y merecía carnavales y festejos de colores, con serpentinas, chaquira y escenificaciones clown de canciones de pimpinela. La civilización había avanzado y era cada vez más feliz con sus propias expresiones de triunfo. Cada vez las comunidades eran mas plenas, mas identificables, mas heterogéneas. Los que compartían peinados con forma de silla adoraron y odiaron a aquel que tuvo durante varios años un esplendido trono bizantino de tejido queratinoso, quien, apabullado por la fama, un día se dio un escopetazo el pie y murió desangrado a sus veintiocho. Llego tiempo después un artista conceptual al que se le ocurrió usar las sillas para sentarse. Las opiniones al respecto fueron divididas.

Aún así, los humanos de mierda cada vez eran mas fáciles de clasificar, de distinguir: todos eran una variante irremediable de un mismo patrón escogido por ellos mismos, formando comunidades en las que silenciosamente competían, pavoneando unos mas discretamente que otros sus pocos atributos. La relevancia perdió sentido. Las barreras ideológicas se cerraron. Los amantes de los picnics efectuaron varios linchamientos para hacer conciencia de cuan necesaria era la convivencia y hermandad entre las razas y pensamientos. Fue entonces cuando a alguien se le ocurrió que los picnics podrían ser malos, y creo una corriente ideológica totalmente alejada de los picnics y sus horribles sándwiches vegetarianos. El caos reinó.

Fue hermoso.

Comentarios

chnws dijo…
Son diferentes,,, estan girando jaja

mm,, ir borracho al zoologico suena cansado
pero me hubiera gustado ir a tomarle fotos a esos changos groseros

pa la otra... eda?


saludin rin
Ani dijo…
Me sorpende el nivel de madurez que usted esta alcanzando con la edad. ñ.ñ
No puedo espera a ver que escribiras a las 40. ... y no me vayas a decir que no planeas llegar a esa edad!

Abrazos locos pa ti.
hezkedan dijo…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.

Entradas populares