Mierda. Mierda se hablaba, mierda se decía, mierda se escuchaba y mierda se veía rondando las avenidas. Mierda con trapos marcados y artilugios plásticos en las orejas, aparatos transductores que servían para retacar de mierda sus cráneos huecos que solo se sentían bien cuando se llenaban de… si, de mierda.
Sin embargo la gente era libre para escoger el sabor, la apariencia, la configuración y función de su porción de materia designada y conseguida con el sudor de su frente llena de mierda. Orgullo, status, signo y síntoma. El tener tal aparato teletransductófono conectado a tal otra cosa tenía que inevitablemente significar algo. La difícil decisión de algunos acerca de si les gustaba mas meterse cosas por donde debieran de salir otras cosas era toda una declaración de principios en vez de finales, y merecía carnavales y festejos de colores, con serpentinas, chaquira y escenificaciones clown de canciones de pimpinela. La civilización había avanzado y era cada vez más feliz con sus propias expresiones de triunfo. Cada vez las comunidades eran mas plenas, mas identificables, mas heterogéneas. Los que compartían peinados con forma de silla adoraron y odiaron a aquel que tuvo durante varios años un esplendido trono bizantino de tejido queratinoso, quien, apabullado por la fama, un día se dio un escopetazo el pie y murió desangrado a sus veintiocho. Llego tiempo después un artista conceptual al que se le ocurrió usar las sillas para sentarse. Las opiniones al respecto fueron divididas.
Aún así, los humanos de mierda cada vez eran mas fáciles de clasificar, de distinguir: todos eran una variante irremediable de un mismo patrón escogido por ellos mismos, formando comunidades en las que silenciosamente competían, pavoneando unos mas discretamente que otros sus pocos atributos. La relevancia perdió sentido. Las barreras ideológicas se cerraron. Los amantes de los picnics efectuaron varios linchamientos para hacer conciencia de cuan necesaria era la convivencia y hermandad entre las razas y pensamientos. Fue entonces cuando a alguien se le ocurrió que los picnics podrían ser malos, y creo una corriente ideológica totalmente alejada de los picnics y sus horribles sándwiches vegetarianos. El caos reinó.
Fue hermoso.
3 Libro de visitas.:
Son diferentes,,, estan girando jaja
mm,, ir borracho al zoologico suena cansado
pero me hubiera gustado ir a tomarle fotos a esos changos groseros
pa la otra... eda?
saludin rin
Me sorpende el nivel de madurez que usted esta alcanzando con la edad. ñ.ñ
No puedo espera a ver que escribiras a las 40. ... y no me vayas a decir que no planeas llegar a esa edad!
Abrazos locos pa ti.
Publicar un comentario